
Quizás te preguntarás o alguna vez te hayan preguntado: ¿por qué criar sin gritos, amenazas ni castigos? o puede que te hayan comentado: “¡A mí me gritaban y castigaban y no he salido tan mal!”
En este artículo, cuestionaré estas formas de actuar que para muchos “es algo que se ha hecho durante toda la vida”. Profundizaremos en los motivos que nos llevan a criar de forma más respetuosa, en las consecuencias que tiene en nuestras criaturas que mostremos estas actitudes y por último daré 4 alternativas a los gritos, amenazas y castigos.
¡Vamos a por ello!
2 MOTIVOS PARA CRIAR SIN GRITOS, AMENAZAS NICASTIGOS
- Perpetuamos la idea de que provocar dolor en el otro es un modo legítimo de ejercer el poder
Con los castigos, amenazas, gritos y humillaciones obligamos a las niñas y niños a sufrir algo desagradable con la idea de que cambien su conducta. Esta es la base del conductismo: hacer algo lo suficientemente desagradable al otro para que deje de hacer lo que no queremos que haga o al contrario, para que haga lo que nosotros queramos.
Sin embargo, el conductismo no va a la raíz del problema, no atiende las causas que han llevado a esa niña o niño a tener cierto comportamiento, como lo haríamos desde la visión de la Crianza Consciente.
L@s niñ@s reciben este modelo de actuar de su entorno pero sobre todo de sus cuidadores de referencia y lo repiten con sus hermanos e iguales. Lo aprenden y perpetúan.
Si queremos sociedades compasivas deberíamos erradicar las amenazas y castigos sistemáticos a l@s niñ@s.
Ane Yabar

2. Las amenazas y los castigos no funcionan
Seguimos utilizando el mismo método de coacción y control que se usaba desde hace décadas sin tener en cuenta que el mismo no funciona para cambiar o eliminar ciertas conductas en l@s niñ@s. Al menos no a largo plazo ni sin que el mismo tenga ningún efecto adverso en el niño (los citaré más abajo).
Si el castigo es tan efectivo, ¿por qué tenemos que estar aplicándolo constantemene?
Alfie Kohn
Tristemente, cuanto más fracasan estas estrategias, más asumimos que el problema es con el niño y no con la propia estrategia. Pensamos que el niño es “duro de roer” y asumimos que la única respuesta posible es volver a castigar, quizás incluso aumentando la intensidad del castigo. No nos damos cuenta que castigar repetidamente a una criatura puede convertirlo en un adolescente desafiante.
ALGUNAS CONSECUENCIAS DE CRIAR CON GRITOS, AMENAZAS Y CASTIGOS
Dañan la relación. L@s niñ@s se sienten muy confundidos ya que por un lado somos su figura de referencia, quienes les cuidamos, protegemos y atendemos y por otro lado reciben hostilidad cuando no comen todo lo del plato, le quitan el juguete a su hermano o traen malas notas a casa. Esta ambivalencia les genera confusión y desconfianza. No se pueden sentir completamente seguros con nosotr@s.
Incentivan la mentira. Cuando castigamos a un niñ@, lo que conseguimos es que para la próxima vez, piense en mil maneras de realizar lo mismo sin que le veamos y volvamos a castigarle. Fomentamos que sean deshonestos, ya que tienen miedo a que les volvamos a castigar.

Aprenden que el amor es condicional. Normalizamos el que los padres hagan sufrir a sus hij@s cuando tienen ciertos comportamientos y ést@s aprenden que se les debe controlar y penalizar si no hacen lo que les pedimos o exigimos. No fomentamos la autenticidad del niño o la niña, ni la seguridad y confianza en sí mism@ que surgen desde una aceptación plena de los padres hacia él o ella.
Dañan la autoestima. Reflexionemos acerca de lo que pueden llegar a interiorizar l@s niñ@s cuando les castigamos:
- me he portado mal
- hay algo mal en mí
- merezco el castigo
- soy culpable
- los demás también merecen castigo cuando hacen cosas que no me gustan
Hacen que los niños sean más egocéntricos. Pregúntate: ¿Cómo te gustaría que tu hij@ se comportase con los demás? ¿Te gustaría que se mostrase empoderado, amable, empática, compasiva…?¿Crees que castigándole, gritándole, amenazándole va a reforzar o a adquirir estas cualidades?
Cuando castigamos no fomentamos que l@s niñ@s piensen en las consecuencias que el comportamiento a evitar tendría en otros. La atención de la criatura se centra en cómo le afectará personalmente el incumplimiento de una norma, es decir, es poco probable que l@s niñ@s consideren cómo afectarán sus acciones en los demás.
4 ALTERNATIVAS PARA CRIAR SIN GRITOS, AMENAZAS NI CASTIGOS
Las siguientes propuestas se engloban en una nueva visión muy diferente a la visión mucho más autoritaria, basada en el conductismo del “ordeno y mando” y de los gritos, amenazas y castigos.
La invitación es que en lugar de ver al niño o la niña como un problema, como alguien al que hay que cambiar, nos sentemos junto a él y veamos conjuntamente opciones para afrontar ese problema. En lugar de hacerle algo AL niñ@, hagamos algo CON el/la niñ@.

1. Fomenta el vínculo
Cuanto mayor complicidad, honestidad y consideración haya en la relación con tus hij@s, más van a querer ellos cooperar con lo que se les pide. Si ven que estamos de su lado, que queremos protegerles y guiarles desde el amor con amabilidad y no desde el miedo con castigos y amenazas, tenderán a cooperar con mayor facilidad.
2. Explica las razones de lo que les pedimos
Parece algo tan obvio y simple… pero muchas veces se nos olvida explicarles a los niñ@s por qué estamos pidiéndoles que hagan algo determinado. El que ell@s entiendan la razón de lo que les pedimos les aporta mucha claridad y aumenta muchísimo la probabilidad de que accedan a nuestra petición.
3. Ofrece el Sí detrás del No
Ante ese NO que les pedimos (que no hagan determinada cosa) ¿Qué SÍ podrían hacer a cambio? ¿Qué opciones tienen?
Imaginemos que nuestra hija quiere jugar a la pelota en el salón y nos preocupa que se rompa algún mueble de la estancia. La clave sería ver qué necesidad está queriendo satisfacer con esa acción y poder ofrecerle alguna alternativa que no ponga en riesgo los muebles del salón. ¿Cuál podría ser la necesidad que la niña está queriendo satisfacer en este ejemplo? movimiento, entretenimiento, juego, compañía…
Si necesita moverse podríamos pedirle que en lugar de en el salón juegue en el exterior o podríamos ofrecerle una pelota de trapo blandita.
En caso de que quisiera entretenerse o jugar le podríamos pedir que jugase a algo más tranquilo como a algún juego de mesa a que dibujara, leyera…
Si vemos que nuestra hija necesita compañía, podríamos ofrecerle el jugar juntos, pintar, charlar…
4. Dentro de la limitación, dales opciones para elegir

Relacionado con el punto anterior, habrá ocasiones en las que no habrá alternativa y que deberán hacer aquello que les pedimos por ser algo que consideramos importante e innegociable.
Sin embargo, el ser humano se opone por naturaleza a que le obliguen o que coarten su autonomía e independencia, también l@s niñ@s. Por lo tanto, podemos darles oportunidades donde puedan decidir.
En esos casos pregúntales cómo quieren hacerlo, o dónde, o cuándo o con quién. Es decir, por ejemplo, ¿queremos que antes de acostarnos nuestros hijos se laven los dientes? Podemos preguntarles cuándo lo quieren hacer (inmediatamente después de cenar, algo más tarde, antes de acostarse…), si quieren que les acompañemos, si prefieren lavárselos en la cocina o en el baño con un taburete para que si son pequeños lleguen mejor al lavabo…
Estas son algunas de las alternativas para criar sin gritos, amenazas ni castigos que te invito a que pongas en práctica si es que no lo has hecho ya 😉.
Y comentarte también que “Educar sin gritos, amenazas ni castigos desde la Crianza Consciente” es como se llama mi formación anual presencial que junto a Belen Imaz facilito en Vitoria-Gasteiz. Aquí tienes información sobre la misma y demás charlas y formaciones a la carta que ofrezco.
Cuéntame en comentarios, ¿qué alternativa a los gritos, amenazas y castigos de los mencionados te hace más sentido?

